Son pocos los casos en que la mejor novela de un novelista sea la propia vida del novelista. Este es el caso de Carlos Reyles (30 de octubre de 1868 - 24 de julio de 1938). Fue la suya una vida plena de dichas e infortunios, triunfos brillantes y crueles fracasos, increíble riqueza material y último, sórdido desposeimiento.
El latifundio que heredó de su padre tenía alrededor de ciento treinta mil cuadras de campo. A su muerte, Reyles ocupaba un ínfimo departamento en el Palacio Díaz. Lo había perdido todo.
Se educó en Montevideo, en el Colegio Hispano-Uruguayo. Muy joven, conoce a Antonia Hierro, hermosa tiple de una compañía de zarzuelas de paso entonces por Montevideo.
Se casa con ella, y ya dueño de la inmensa fortuna (su padre había muerto tiempo atrás), emprende un viaje por el Viejo Mundo, incluida una estadía en Sevilla, ciudad amada, escenario de su futura novela El embrujo de Sevilla (1922).
La felicidad conyugal no dura mucho. En 1906 Reyles se separa de Antonia Hierro y nunca volverán a unirse. Mientras tanto, Reyles se consagra a una de sus vocaciones: el campo, el cuidado de sus estancias, el mejoramiento técnico del agro.
Es un propagandista de la ganadería intensiva, en un medio en donde aún sobrevivían como rémoras los métodos tradicionales y rutinarios. Compra y vende estancias, compra y vende hacienda, gana y pierde. Lleva una vida de gran señor, tiene casa en Buenos Aires, viaja a Europa, veranea en Arcachon y en Niza. Y escribe. Escribe.
Porque la literatura es su otra gran vocación. En su aspecto menos conocido en cuanto hombre de letras, es ensayista de fuste, aunque sus ideas puedan considerarse hoy día totalmente superadas. No más conocido es como cuentista, pese a que un breve relato (Mansilla, 1893) constituye una obra maestra del género.
Su prestigio está asentado en una vasta (pero irregular) producción novelística, que se inicia con Por la vida (1888), mero ejercicio de un narrador juvenil pero culmina poco después en un titulo muy logrado: Beba (1894), novela preferida por un crítico tan ecuánime como es Alberto Zum Felde.
Otras novelas posteriores mantendrán, sin acrecer, el prestigio del autor: La raza de Caín (1900), donde Reyles da libre curso a sus convicciones anti-intelectualistas; El Terruño (1916), vasto poema a la ganadería intensiva; El embrujo de Sevilla, un libro más brillante que profundo; y ya en la fase de una decadencia irremediable, El gaucho Florido (1932). Póstumamente se publicó A batallas de amor… campos de pluma (1939).
Tomado de: 100 autores del Uruguay
Paganini, Alberto - Paternain, Alejandro - Saad, Gabriel
Editado por: Capítulo oriental.
Ocupantes
Carlos Vaz Ferreira
Elegido el 6 de marzo de 1943.
Tomó posesión el 7 de noviembre de 1946.
Falleció el 3 de enero de 1958.
Emilio Frugoni
Elegido el 25 de marzo de 1960.
Tomó posesión el 30 de setiembre de 1960.
Elegido Académico de Honor el 29 de diciembre de 1967.
Falleció el 28 de agosto de 1969.
Juan E. Pivel Devoto
Elegido el 22 de marzo de 1968.
Tomó posesión el 26 de abril de 1968.
Falleció el 12 de febrero de 1997.
José Pedro Barrán
Elegido el 25 de setiembre de 1998.
Tomó posesión el 29 de diciembre de 1998.
Fue designado Académico emérito el 23 de junio de 2006.
Falleció el 11 de setiembre de 2009.
Gerardo Caetano
Elegido el 30 de agosto de 2006.
Tomó posesión el 6 de octubre de 2006.