Pero llegó una tarde, apagada de luceros, y prendida en dolores, que mil cuerdas de viento enlazaron mis potros, doblegando sus cuellos de mimbres cimbreadores. (De Potros enlazados)
GRACIELA SARALEGUI
(21/09/1923 - 04/05/1966) (*)
Poeta y narradora. Nació hace cien años en Montevideo –su infancia transcurrió en Sayago, barrio con características rurales en aquella época- y murió como consecuencia de un accidente automovilístico, próximo a Punta del Este, donde residía. La acompañaba en el siniestro de tránsito su esposo el arquitecto boliviano Javier Querejazu quien, entre otras cosas, había diseñado la capilla y el anfiteatro de la Azotea de Haedo en Maldonado. Saralegui e studió literatura en la Facultad de Humanidades, contando entre sus docentes a José Bergamín. En 1942 publicó Hilera de tréboles de cincuenta composiciones poéticas, varias referidas al tema bélico, que cubren creaciones entre los 9 y 17 años, según deja constancia su autora. El texto está prologado con un poema de Fernán Silva Valdés -Romance a Graciela Saralegui- y se acompaña de ilustraciones de artistas nacionales como la que luce la tapa, realizada por Guma Zorrilla de San Martín.
Una parte de lo obtenido con su venta sería donada al Comité Nacional Pro Aliados. Mares vegetales (1950) -publicada en Buenos Aires, con dibujos de Nerses Ounanian-, Sombras sin sueño (1953) -recopilación de tres obras de teatro: La muerte y la luna, Drama del amanecer y Tragedia de un solo sueño, con viñetas de Ayax Barnes- y Las grandes horas (1961) recibieron premios del Ministerio de Instrucción Pública, la Casa de la Cultura de Guayaquil y la Intendencia de Montevideo, respectivamente.
Su segundo poemario fue Potros enlazados (1949). Con Silbidos azules, del mismo año, logró también el premio del Ministerio de Instrucción Pública. Fue una destacada promotora cultural; fundó el Centro de Artes y Letras de Punta del Este, de Amigos del Arte, y publicó en 1962, por Editorial del Este (colección El Puerto), 75 ejemplares numerados, impresos a mano, de El Cocodrilo de Felisberto Hernández, firmados por el autor e ilustrados con xilografías por Glauco Capozzoli. Las siguientes anotaciones, contenidas en el Libro de Visitas de ‘La Azotea', dan cuenta del vínculo estrecho de Saralegui y su esposo con Eduardo Víctor Haedo:
Colaboró con importantes diarios y revistas de Uruguay. Dictó conferencias en ciudades como Quito, Guayaquil y Santiago de Chile. Su única novela, editada en Buenos Aires (1965), es el breve libro Tocando fondo, en el que el título y su contenido no pueden dejar de asociarse al contexto sociopolítico del Uruguay de comienzos de los sesenta. Se conservan manuscritos de una novela: Mañana hablaremos, y ocho cuentos: Ese desconocido, La sentencia, La jaula, Tenía frío, Luis siempre, Pablo el idiota, Inexorable y Rabia. Este último, publicado en el diario La Mañana pocos meses antes de su fallecimiento, motivó a Armonía Somers a escribir una secuela de dicha narración:
Saralegui fue la autora de los textos del libro El viento de los Hombres con ilustraciones de José Gurvich, de tapa en cuero repujado y que puede verse en el museo del artista plástico:
En ocasión de su fallecimiento, y bajo el título Tan maravillosa vitalidad, Clara Silva escribió en el semanario Marcha (06/05/66) que ella era: ‘una de las jóvenes figuras más brillantes de nuestro pequeño mundo intelectual'.
EW
(*)- FUENTES CONSULTADAS:
Agradecemos a Sebastián Herrera, Gloria Querejazu Saralegui, Fundación Banco República (“Acervo cultural Banco República ”) y Fundación José Gurvich por el aporte de muy valioso material.
- Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya 2001. Montevideo. Alberto Oreggioni - Ediciones Banda Oriental.
- Rama, A. (28/01/66). ‘Mujeres, dijo el penado alto'. Marcha. N° 1290.
-Benedetti, M. (09/11/62). Felisberto Hernández Ilustrado. La Mañana.