La lluvia está alambrando el aire,
Y el campo se retuerce de frescura
(del poema Lluvia de seca, de Alas nuevas).
ALAS NUEVAS – PEDRO LEANDRO IPUCHE
(13/03/1889 - 17/02/1976) (*)
En escasos cinco meses sucedieron cuatro hechos centrales que dieron lugar al surgimiento del movimiento nativista en Uruguay. A fines de 1921 apareció Agua del Tiempo –subtitulado Poemas Nativos- de Fernán Silva Valdés, a comienzos de enero del año entrante Alas nuevas, al fin de ese mes Pedro Figari exponía sus cuadros de negros y gauchos en el Salón Maveroff de la calle Sarandí, y en abril el poema sinfónico Campo de Eduardo Fabini se estrenaba en el Teatro Albéniz de Montevideo.
En una tarde del final de aquel año 21, Ipuche y Silva Valdés salieron de la imprenta Renacimiento, después de los últimos cuidados de la impresión de sus respectivos libros. Se dirigieron al café de Otonello en la esquina de las calles 25 de mayo y Treinta y Tres, donde Silva Valdés le recitó La carreta, en tanto Ipuche hizo lo propio con el poema Los Carreros que abre Alas Nuevas. Según relata Ipuche, el 2 de enero de 1922, en una volanta, acompañado por su amigo Carlos Sabat Ercasty empezaron a distribuir el poemario en librerías y domicilios de camaradas.
Ya otros poetas –por ejemplo Sabat Ercasty, Emilio Oribe, Juana de Ibarbourou- habían comenzado a apartarse del Modernismo. El nativismo siguió esa misma línea y estableció, además, una diferenciación respecto a los tradicionales poemas criollos. Entre otros, Jorge Luis Borges marcó esa distinción. Permanecía lo autóctono y telúrico pero abordado desde la renovación estética que proponían los movimientos de vanguardia en las primeras décadas del siglo veinte. Se procuraba llegar a lo universal desde la realidad de lo local. La admiración de Ipuche hacia los temas nativos provenía de su origen, la infancia en el pequeño pueblo de Treinta y Tres del cual su abuelo había sido uno de los fundadores, y en la campaña circundante. Su poesía había comenzado tempranamente con la publicación de Dos lágrimas y Engarces. A partir de Alas nuevas -obra elogiada por Carlos Reyles y cuya sinceridad valoraría Gabriela Mistral- la producción de Ipuche se asentó de un modo continuo y fecundo, si bien eventualmente fue reelaborando el nativismo. Evolucionaría a lo que él calificó como gauchismo cósmico por sus resonancias metafísicas. Su formación teológica juvenil se tradujo en textos con aspectos místicos y filosóficos. Fue un autor culto que, con un fuerte arraigo campesino, no adoptó sin embargo los rasgos y expresiones típicas del gaucho. Al igual que se señaló respecto a la obra de Silva Valdés, Ipuche no se comprometió con los problemas sociales y económicos de su época.
Se ha indicado que Ipuche puede ser algo confuso en el manejo de la sintaxis, con neologismos o adjetivos ‘sorpresivos'. Daniel Vidart ve en ello, en cambio, un reflejo de la búsqueda de un significado esencial.
Hincando las uñazones de sus raíces amargas
Sobre la calvicie rota de un desventurado cerro.
El árbol solo se abre por sus ramazones largas
Pidiendo el pico de un pájaro para gritar su destierro.
(El árbol solo, de Alas nuevas.)
EW
(*) FUENTES CONSULTADAS:
- Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya 2001. Montevideo. Alberto Oreggioni-Ediciones Banda Oriental.
- Dodera, J. (1989). Pedro Leandro Ipuche. Suplemento Literatura Uruguaya 17 – Diario La Mañana.
- Vidart, D. (24/06/1968). Poesía y Campo, del nativismo a la protesta. Capítulo Oriental 23. Montevideo, CEDAL.
- Gallinal, G. (1928) - Letras Uruguayas . París, Ed. Franco-Ibero-Americana.