“Apuesta al 98”, otra apuesta de Leonardo Garet al estudio de la buena literatura.
Vivimos tiempos donde las lecturas en pantallas ganan cada vez más terreno. Tiempos donde, si estrictamente de literatura se habla, lo que más se publica en libros es creación literaria (poesía, cuentos, novelas), pero muy mínimamente estudios literarios, los que han quedado más bien relegados a sitios web o, a lo sumo, revistas. Sin embargo, la aparición de este libro, «Apuesta al 98», de Leonardo Garet, demuestra que el escritor salteño, además docente y académico, sigue precisamente «apostando» a que la literatura se estudia en páginas de libros. Es además una apuesta a la necesidad de encontrar referentes de valor en la tradición, o dicho de otra forma, de reencontrarse con aquellos autores que han sido y pueden seguir siendo guías para nuevos creadores o simplemente lectores.
Es así que viaja a fines del siglo XIX para rescatar lo mejor de la «Generación del 98», grupo de escritores fundamental para aquel momento y también para la evolución de la poesía en lengua española.
Antonio Machado, Ramón del Valle Inclán, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Azorín, son los escritores que surgen con brío en una España en que predominaba la sensación de decadencia y la incertidumbre. No solo el ejército, el pueblo español todo sentía la humillación de una serie de derrotas, y es ahí que estos autores apuestan a rescatar en sus páginas lo mejor del país. Ahora Garet apuesta a ellos y nos invita a leerlos, o releerlos, para volver a descubrir a una de las mejores generaciones de escritores que ha dado la lengua española.
Datos biográficos pero también observaciones sobre sus obras y estilos, encuentra el lector en estas 120 páginas, en esta «Apuesta al 98» que acaba de editar Ediciones Aldebarán.
Más que razonado -que por supuesto lo es también-, el prólogo de Garet es sentido. Siente y dice las cosas que le preocupan en este tiempo de frágiles horizontes, de difusas y hasta peligrosas referencias, que pueden resultar nocivas no ya para la literatura sino para la humanidad toda. De ahí que se aferra a los valores de viejos y al mismo tiempo siempre renovados autores, capaces de arrojar luz en medio de tanto desconcierto, de tanta sombra incierta que arroja esta «civilización del espectáculo», diría Vargas Llosa.
«Soy también del 98, si las obras de ese tiempo siguen diciéndome algo…”
Del prólogo, que se titula simplemente “La Generación del 98”, hemos seleccionado estos párrafos:
«Soy también del 98, si las obras de ese tiempo siguen diciéndome algo y me preocupa tanto Uruguay como su país a los españoles de principios del siglo XX. Pero he aprendido, con todos los hombres del comienzo de este milenio, que mi país depende tanto de la bolsa de Tokio, como de los elefantes y los tigres en extinción. Los españoles de la Generación del 98 creían que alcanzaba con invocar a Don Quijote. Todos ellos lo creyeron. Y lo que siento como peligroso es que al olvidarlos a ellos, empecemos a olvidar a Don Quijote. Porque si bien con Don Quijote solo no alcanza, sin Don Quijote no es posible nada que valga la pena. También la aldea planetaria necesita el ideal, y cada vez más, para contrarrestar tanto consumismo, tanta política económica metiéndose en nuestras vidas cada vez más de cortos y planificados horizontes.
En este comienzo de milenio, en que nos creemos al borde de las inminencias positivas que promete la ciencia, y negativas -que auguran las estadísticas y los pronósticos ecológicos-, tenemos como uno de nuestros deberes intentar comprender a quienes también creyeron que se les caía el mundo.
(…)
Los del 98 fueron en el efervescente inicio del siglo XX español y con repercusión inmediata en los países de habla hispana, celebrados, editados y comentados. Salvo Antonio Machado con quien colaboró sin duda en muy buena medida la musiclización de sus textos, todos los demás son hoy igualmente olvidados fuera del estricto marco académico.
(…)
Apuesta al 98 es el resultado de lecturas y apreciaciones muy distantes, iniciadas en los finales de la década del 60, cuando los integrantes de la generación eran todavía rectores de las preferencias literarias. En pocos años pasaron a segundo plano, desplazados por la ebullición del Boom Latinoamericano y hoy están virtualmente olvidados. Los cinco abordajes tienen distintos enfoques y propósitos y los une el deseo de llamar la atención sobre autores y obras que, más allá de todos los reparos, todavía tienen algo que decirnos.
Para concluir se encontrará, como últim apágina de este libro, el poema de Antonio Machado dedeicado a Francisco Giner de los Ríos porque su persona representa lo mejor de la intelectualidad española de esos años”.
Fuente: Diario El Pueblo