CRÓNICA DE MUNIZ
JUSTINO ZAVALA MUNIZ


Se cumplen 100 años de la publicación de Crónica de Muniz, que luego se complementara con Crónica de un crimen (1926) y Crónica de la reja (1930). Cada crónica es independiente, por lo que no son estrictamente una trilogía, pero si guardan una íntima unidad que las acerca a un tríptico. Las tres obras combinan elementos históricos -documentos escritos y de tradición oral que incluye la recibida de su abuelo- con procedimientos novelísticos. Estos últimos se acrecientan progresivamente y de forma secuencial al pasar de un libro al otro. Esa reconstrucción estética de los hechos ha llevado a algunos críticos a plantearse si el término crónica en estos títulos se ajusta enteramente a la definición habitual de ese género.

En esta primera crónica -escrita en Bañado de Medina, Cerro Largo, cuando era muy joven- hay desde el prólogo una intención que es extra literaria: reivindicar a su abuelo, el caudillo blanco Justino Muniz. Respondía así a las graves imputaciones formuladas por Javier de Viana, Luis Alberto de Herrera y Eduardo Acevedo Díaz a la figura del caudillo. Este había luchado contra Venancio Flores, participado en la Revolución de las Lanzas y en la Revolución Tricolor, para posteriormente pasarse al bando colorado y combatir los levantamientos de 1897 y 1904 de Aparicio Saravia, con quien mantenía una antigua rivalidad. Crónica de Muniz constituye, además, una descripción del medio rural y de los seres que habitaron una época fratricida de nuestro país. El período que abarca es el de las últimas cuatro décadas del siglo XIX y la primera del XX. Zum Felde lo calificó como el poema bárbaro de nuestras guerras civiles.

Es una obra, por momentos, de tono épico, en la que junto a la figura del gaucho el paisaje adquiere una importancia destacada. El capítulo XXII narra el oscuro episodio en el que Chiquito Saravia y sus fuerzas incendian una pulpería de los Zavala Muniz y muere el hijo menor del caudillo. Como particularidad, el libro presenta al final un apéndice documental, como ‘Documentos de prueba' .

En Cerro Largo, Justino Zavala Muniz (1898 - 1968) formó parte de un grupo intelectual juvenil junto con Emilio Oribe, Juana de Ibarbourou y Casiano Monegal. Fue narrador, dramaturgo, historiador, político y periodista en el diario El Día y las revistas Grecia y Teseo. Tuvo una gran influencia en la cultura nacional, como impulsor de la Comedia Nacional, la Escuela Municipal de Arte Dramático, la Escuela Municipal de Música, el Museo y la Biblioteca del Teatro Solís, y presidió el Sodre entre 1948 y 1951. En 1930, fue designado Director artístico del film ‘Los festejos del Centenario de la Jura de la Constitución de 1830'. Será uno de los discípulos más destacados de José Batlle y Ordóñez, cofundador de la Agrupación Avanzar y gran orador. Ocupó el cargo de Diputado hasta que en la dictadura de Terra participó de la revolución de 1935 contra el régimen, luego de la cual se exilió en Brasil durante 7 meses. En 1942 es electo Senador y en 1952 Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social. Entre las muchas iniciativas desde ese Ministerio están la creación del Conservatorio Nacional de Música, la Biblioteca ‘Artigas' y las Asociaciones Corales del Interior. Fue Consejero Nacional de Gobierno en el segundo colegiado colorado a partir de 1955 y Presidente de la Asamblea Mundial de la UNESCO hasta 1956. A su muerte recibió honores de jefe de Estado.

 

Martes 3 de Agosto de 2021
Ministerio de Educación y Cultura