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Miércoles 30 de Septiembre de 2015

ADN histórico de la educación

Filgueira: "El sistema estaba pensado para que llegue solo una elite a la universidad"

Con énfasis en la mejora de las tasas de egresos de la enseñanza media, el subsecretario Fernando Filgueira fundamentó este martes en la Cámara de Senadores la "transformación del ADN histórico de la educación". Enfatizó en la necesidad de un sistema más inclusivo, sin rigidez de la división en asignaturas ni aislamiento de la tarea docente, y resaltó la necesidad de modificar la selección de horas y de centros de estudio.

Filgueira presentó a los senadores algunos datos históricos para contextualizar sus afirmaciones e informó que la matrícula de educación media general técnica y tradicional varió de 300.000 estudiantes en 2006 a 337.000 en 2013.

Las tasas de cobertura también se incrementaron en los últimos años y en la franja etaria de estudiantes de 12 a 14 años prácticamente se universalizó el acceso al sistema educativo. Advirtió, empero, que algunos alumnos cursan Primaria y deberían estar en Secundaria, por lo cual consideró necesario afrontar el desafío de la extraedad.

Esas mejoras en la matrícula implicaron aumento de recursos, con el doble de inversión por alumno en 10 años, añadió el subsecretario de Educación Pública, quien acompañó al Parlamento a la ministra María Julia Muñoz al Parlamento y su equipo, que integraron entre otros el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto, y el director de Educación, Juan Pedro Mir.

En su alocución hizo particular alusión a "la transformación del ADN de la educación" y su nexo con la tasa de egreso de jóvenes de enseñanza media.

Consideró, además, que se constataron mejoras en las tasas de egreso, pero que son leves “y no aceptables si el país quiere avanzar en un ritmo adecuado de crecimiento y desarrollo”. Por lo tanto, enfatizó sobre la importancia de "transformar el ADN educativo".

Expuso algunos de los aspectos del "ADN histórico" de la educación que se debe cambiar. Así, indicó que el sistema en Uruguay estaba pensado “para dejar llegar solo a una elite a la universidad” y que la repetición era utilizada como una “herramienta de freno”. “Hay que desarrollar otras herramientas en las que actualmente se trabaja”, alentó.

También observó que se recurría a una división del conocimiento en asignaturas, de forma fragmentada y rígida.

“El sistema estructurado en asignaturas no es malo, pero sí, si deviene rigidez”. En este sentido, consideró que el modelo del programa ProMejora tiende a innovar, mediante lógica de talleres.

Respecto del trabajo dentro de clases, sostuvo que funcionaba "una anarquía organizada”. “Los docentes cierran la puerta y dan sus clases. Algunos intentan innovar, pero sin una definición global al respecto", aseguró. En ese sentido, agregó que son necesarios tiempos de coordinación y un modelo que tienda a la modalidad profesor-hora.

En referencia a la selección de horas y de centros por parte de los docentes, afirmó que “debe enfrentarse ese desafío”.

“Uruguay en educación pública no gasta lo mismo por alumno porque tiene un modelo de asignación docente que orienta profesionales de un grado para unos alumnos y de otros grados a otros estudiantes”, subrayó.

“Hace mucho tiempo que se dejó de creer que se reciben niños y adolescentes iguales en todos los centros. Hay que reconocer que se lidia con diversidad y desigualdad”, apuntó. También resaltó que es imprescindible mantener en el sistema a miles de jóvenes cuya continuidad está en riesgo.

En este contexto, Filgueira aludió al uso del recurso de la repetición en los distintos niveles de la enseñanza. Aclaró que no es un sistema de evaluación, como muchas veces se piensa. “Es la decisión que se toma respecto de la insuficiencia”, en base a las pruebas que el educador le realiza al niño o joven.

Entonces expresó que la discusión debe definir si la repetición es un instrumento pedagógico adecuado o no. “Si no lo es, no sirve”, dijo, y agregó que, sobre esta base, se piensa en dejar de usar un instrumento “que se entiende que, pedagógicamente, no es el mejor”. De todas formas, puntualizó que no se trata de rebajar los niveles de enseñanza y aprendizaje.

En cuanto a los casos de las personas que se ubican entre las que no estudian ni trabajan, el subsecretario aclaró que, en realidad, muchas de ellas sí llevan adelante tareas, pues en su mayoría son mujeres que se desempeñan en los hogares o en cuidados sin recibir remuneración. Otros jóvenes están buscando empleo o son casos de abandono intermitente.

Filgueira aclaró que las personas que no estudian ni trabajan, no se condicen con la típica imagen que se piensa “del joven en el murito sin hacer nada”.

 

Fuente: Presidencia de la República

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