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Te han roído quién sabe/ qué larvas metafísicas que hicieron/ entre tu dulce carne su cosecha. (El ataúd flotante)
MARÍA EUGENIA VAZ FERREIRA
(13/07/1875 - 20/05/1924) (*)
Nació en Montevideo y murió, hace cien años, en esta misma ciudad. Poeta integrante de la llamada Generación del 900. Figura de la lírica femenina de ese período junto a Delmira Agustini, con quien mantuvo una cordial amistad. Hija de una familia acomodada: su padre, Manuel Vaz Ferreira, culto acaudalado comerciante portugués, y la madre Belén Ribeiro Freire, maestra uruguaya con ascendencia portuguesa y española, de origen patricio, hija de un diplomático lusitano. María Eugenia fue la menor de tres hermanos, junto a Carlos -filósofo y ensayista- y Manuel, que falleció a los pocos días de nacer. Pasó largas temporadas en la amplia quinta de los abuelos maternos, en la calle Buschental del Prado. Cuando su padre emigró al Brasil por razones económicas, donde fallecería, Carlos, su madre y ella -de nueve años- fueron cobijados por la familia materna que les prodigó una vasta y cuidadosa formación. En lo religioso tuvo fuertes convicciones católicas. No cursó estudios regulares recibiendo su instrucción de familiares y maestras privadas; dominaba el francés y el alemán. Adquirió conocimientos musicales de su tío materno León Ribeiro -compositor, considerado uno de los precursores del nacionalismo musical en Uruguay- y llegó a ser una destacada pianista, con conciertos públicos, por ejemplo, en el Conservatorio Musical La Lira, así como autora de estimables creaciones. Otro de sus tíos, Julio Freire -pintor formado con artistas florentinos- la inició en este arte, y resultó una excelente dibujante y retratista.
Fue secretaria en la Universidad de Mujeres (1912) -la Dra. Clotilde Luisi ejercía el decanato- y ocupó la Cátedra de Literatura de la misma institución (1915). Siete años después su estado de salud la obligó a abandonar ambos cargos, siendo reemplazada por Alicia Goyena (el alejamiento estuvo precedido por reiteradas solicitudes de prolongadas licencias). Son pocos los datos biográficos, de modo que testimonios y leyenda se entrecruzan y la describen como anticonvencional, transgresora, bohemia, extravagante, desaliñada. Sin embargo, también coexistió en ella una mujer sociable que concurría al Club Uruguay y estaba en contacto con intelectuales de nuestro país y del exterior. Un paulatino confinamiento voluntario se acompañó aparentemente de una enfermedad siquiátrica y de insuficiencia renal. Sus primeros versos aparecieron en diarios y revistas. Desengaño, por ejemplo, apareció en la prensa con el apodo familiar ‘Pel'. En 1893 se presentó en público en un festival del Club Católico de Montevideo, con su poema Monólogo, en el que ya denotaba su rebeldía. Parte de su producción inicial fue recogida por Víctor Arreguine en Colección de poesías uruguayas (1895) y por Raúl Montero Bustamante en El Parnaso Oriental (1905). En el terreno dramático y musical escribió: La Piedra Filosofal –comedia en un acto, representada en el Teatro Solís en 1908, con música de su autoría- y Los Pergrinos, estrenada el año siguiente en la misma sala.
En 1913, se estrenó en el Teatro Solís el poema lírico Resurrexit (Idilio medioeval), con textos de María Eugenia. Un sainete lírico, Nube de estío, quedó inconcluso. En 1912, la Orquesta Nacional dirigida por Luis Sambucetti estrenó en el Teatro Urquiza el poema sinfónico Dulce Misiva con texto y música de la poeta. Parra del Riego incluyó doce de sus poesías en Antología de poetisas americanas (1923). Poco antes de morir, ya enferma, encargó a su hermano Carlos Vaz Ferreira la publicación de La isla de los cánticos que apareció póstumamente en 1925, y cuya corrección no pudo completar al fallecer a consecuencia de una septicemia. Se integra de 40 poemas seleccionados por ella, y uno -Único poema- incluido a instancias de su hermano. Entre ellos sobresalen los que ahondan en una existencia sin amor y su consiguiente soledad, signados por la melancolía. Antes, había decidido no publicar un poemario a llamarse Fuego y mármol ó las Islas de Oro. A un mes de su fallecimiento tuvo lugar un homenaje multitudinario en el Salón de Actos Públicos de la Universidad (hoy Paraninfo), en el que entre muchos otros participaron Emilio Frugoni, Francisco Schinca y Juan Zorrilla de San Martín. Ese mismo año, la revista Pegaso (Año VIII, N°72) publicó una edición homenaje con poemas inéditos; participaron Osvaldo Crispo Acosta (Lauxar), Pedro Miguel Obligado, Emilio Frugoni, Guzmán Papini, Carlos Sabat Ercasty, entre otros.
En 1928, a instancias de la Universidad de Mujeres, se inauguró una estela recordatoria de José Belloni en el Prado, con un fragmento del poema Sólo tú (primera escultura a una mujer en un espacio público en Uruguay). A 30 años de su fallecimiento, Entregas de la Licorne, dirigida por Susana Soca, le dedica en exclusiva su N°3. La isla de los cánticos se reeditó en 1956 en la Colección Clásicos uruguayos (Biblioteca Artigas), Vol.20, con prólogo de Esther de Cáceres (quien fuera su alumna). La casi totalidad de su obra no se conoció hasta 1959. En ese año, su amigo Emilio Oribe reunió y prologó las páginas que María Eugenia había desechado al estructurar la edición de 1925, bajo el nombre La otra isla de los cánticos, con un total de 71 poemas. La Biblioteca Nacional, con la dirección de Arturo Sergio Visca, realizó una exposición homenaje al cumplirse 100 años de su nacimiento. En 1986, Hugo Verani publicó las Poesías completas con textos hasta entonces inéditos. María Eugenia ha sido musicalizada a través del tiempo. Por ejemplo, Luis Cluzeau Mortet compuso y estrenó en el Conservatorio ‘La Lira': “Nocturno”, “Único Poema” y “Sólo tú” (1926); Luis Häberli interpretó “Sólo tú” (1933); y en 1965, Yolanda Rissardini Conde presentó “Nocturno”. En el Teatro Solís, en 2017, la pianista Beatriz Lockhart organizó dos conciertos líricos (incluyendo repertorio de distintas épocas inspirado en la obra de la poeta). El Sillón María Eugenia Vaz Ferreira es uno de los diecinueve sillones académicos de la Academia Nacional de Letras del Uruguay, que actualmente ocupa el Académico Ricardo Pallares.
(*) FUENTES CONSULTADAS:
- Sitio web de Anáforas: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Maria_Eugenia_Vaz_Ferreira/doku.php?id=sobre Recuperado el 06/03/2024
- Romiti, E. (2019) - María Eugenia Vaz Ferreira, entre filósofos y sabios. Montevideo. Biblioteca Nacional del Uruguay.
- María Eugenia Vaz Ferreira. La Isla de los Cánticos. Serie Edición Homenaje. Volumen 50. Ministerio de Relaciones Exteriores. UTU-Consejo de Educación Técnico Profesional. Comag. Suat. 2014.
- Blixen, C. (2014). El Desván del Novecientos. Mujeres Solas. Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira. 2ª (ed.) Montevideo. Ediciones del Caballo Perdido.
- Hugo Achugar & Marita Fornaro. Catálogo de una exposición que tuvo lugar en la Facultad de Artes de la Universidad de la República, Montevideo, 2013: María Eugenia Vaz Ferreira. ‘Me muestro siempre en mi obscuridad'.
- Pleitez Vela, T. (2009). ‘Debajo estoy yo'. Formas de la (auto) representación femenina en la poesía hispanoamericana (1894-1954). (María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Julia de Burgos). Tesis doctoral presentada ante el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona. Programa de Doctorado: ‘Poética del verso y de la prosa (Siglo XX)'.
- Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya 2001. Montevideo. Alberto Oreggioni - Ediciones Banda Oriental.
- Lockhart, W./ Costa, J.F. Vida y Obra de María Eugenia Vaz Ferreira. Montevideo. Academia Nacional de Letras. 1995.
- Blixen, H. (1989). María Eugenia Vaz Ferreira Literatura uruguaya, nº 6. Montevideo, La Mañana.
- En Homenaje a María Eugenia Vaz Ferreira – Fascículo I, El PAÍS de los JUEVES EXTRAORDINARIO, bajo la dirección de Arturo Sergio Visca. 1975.