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Los hermanos Guillot Muñoz
Una de las consecuencias en el plano cultural y artístico de la primera guerra mundial en Europa fue el quiebre en la hegemonía del racionalismo de la Belle Époque, lo que abonó la aparición de las vanguardias artísticas. En casi toda América Latina la consolidación de la renovación estética se produjo al inicio de la segunda década del siglo XX, coincidiendo en 1921 el nativismo uruguayo, la llegada del ultraísmo a Buenos Aires y el 1º Manifiesto estridentista en México. En Uruguay, según una visión predominante, el avance de las vanguardias ocurrió de modo contenido, poco beligerante, si bien otras opiniones matizan este aserto. Para entonces, la mayoría de la Generación del 900 había fallecido. En ese marco surgió la revista La Cruz del Sur (1924-1931) que reunió a numerosos jóvenes intelectuales, entre otros: Fernán Silva Valdés, Emilio Frugoni, Juana de Ibarbourou, Justino Zavala Muniz, Enrique Casaravilla Lemos, Emilio Oribe, José Pedro Bellán, lldefonso Pereda Valdés, Pedro Leandro Ipuche, Juan Parra del Riego, Alfredo Mario Ferreiro, Humberto Zarrilli, Julio J. Casal.
La Cruz del Sur expuso una clara orientación democrática, antifascista, con prevalencia de colaboradores uruguayos y sin una manifestación inicial de propósitos. Su enunciado ‘Nuestro programa es nuestra obra' da cuenta de que no nacía como expresión de un círculo o grupo dado, ni para imponer un credo artístico determinado. En paralelo a lo que tenía lugar en el campo intelectual uruguayo se sucedían importantes logros y transformaciones con el reformismo batllista. Mucho se ha debatido sobre cuánto incidió esa situación política y social –y en particular el rol del Estado en las áreas culturales- en la velocidad del desarrollo de los nuevos paradigmas. En cualquier caso, además de La Cruz del Sur, otras revistas promovieron esos movimientos, así por ejemplo: Los Nuevos, Alfar, La Pluma, Cartel. Las búsquedas rupturistas que se abrían paso en esas primeras décadas del siglo XX consistían esencialmente en dos líneas que se alejaban del modernismo finisecular que se agotaba: los “defensores de la conciencia americana (…) que quieren la diferenciación de América”, y los que querían dar entrada al nuevo arte del siglo XX; unos abogaban por “la diferenciación de los continentes (dígase Europa y América) y otros por la diferenciación de las épocas, ahí está el apartamiento de las dos tendencias (…)”. En esos términos lo planteaba Gervasio Guillot Muñoz en el editorial del Nº 14 (octubre, 1926). Es decir, entre el nativismo y el vanguardismo europeizado, cosmopolita y urbano se generaba una interacción dinámica.
Gervasio, su hermano gemelo Álvaro, y el fundador de la revista Alberto Lasplaces fueron las tres personalidades centrales de la publicación. Ya en 1926 los Guillot Muñoz, cuya familia era de origen francés, ocuparon la dirección literaria junto a otra figura relevante de la revista: el ensayista Jaime Morenza, marxista gallego, de posición antiimperialista. Los Guillot Muñoz incorporaron una sección francesa, redactada en ese idioma, de la que serían partícipes incluso algunos escritores franceses. Se inició en el N° 7 (10/1925) con cuatro capítulos que ocupaban ocho de sus 48 páginas, marcando así la importancia de la misma: Sur le romantisme francais (P. Larnaudie), Note sur Paul Morand (Gervasio Guillot Muñoz), Le point de vue moral dans la philosophie de M.Henri Bergson (Christiane Fournier), Marcel Proust (Álvaro Guillot Muñoz).
De este modo se extendió la divulgación de escritores tales como Marcel Proust, Paul Valery, Arthur Rimbaud, Jules Supervielle, Laforgue, Valery Larbaud o Gide. En forma paralela presentaba a la nueva generación uruguaya de poetas en el artículo ‘La Jeune Poésie uruguayenne'.
N° 9 (12/1925) - Álvaro Guillot Muñoz
N° 9 (12/1925) - Christiane Fournier
N° 13 (08/1926) - Gervasio Guillot Muñoz
Resaltar a Francia, en esos momentos, como foco mayor de influencia artística en el mundo no resultaba extraordinario en absoluto. Sin embargo, en el panorama de revistas de aquella época, el estar redactada en francés, sin traducción al español, constituía algo nuevo aunque no excepcional para el ambiente cultural del país y la influencia migratoria francesa. En efecto, ya desde 1838 con la creación de la Universidad Mayor de la República por parte del presidente Oribe, el francés era una asignatura en nuestra enseñanza. Otro dato ilustrativo es que la falta de elencos teatrales estables en Uruguay, en la segunda mitad del siglo XIX, determinaba que obras de autores locales como Samuel Blixen fueran traducidas por ejemplo al francés para su representación por compañías extranjeras. A través de esta sección entonces la revista expuso una de las dos líneas básicas de las vanguardias antes referidas. No obstante, mantuvo las manifestaciones nativistas tal como lo hizo desde su primer número, el cual se había iniciado significativamente con un reportaje a Fernán Silva Valdés, uno de los más notorios integrantes de aquella corriente.
El idioma francés estuvo también presente en la editorial homónima de la revista, con títulos como Misaine sur l'estuaire de Gervasio Guillot Muñoz o Cinq poèmes négres de Ildefonso Pereda Valdés, junto a otros destacados libros en español. Es interesante anotar que la publicación en francés no se veía como dependencia colonialista sino como proyección “universal” de un tema local; por ejemplo en el caso de Pereda Valdés, el de la negritud sureña.
Hubo otros múltiples vínculos de los Guillot Muñoz con Francia. Ambos escribieron en francés Lautréamont & Laforgue (1925), en el que confirmaron de modo incontrovertible el nacimiento montevideano del primero, a partir de la documentación bautismal encontrada en la Catedral de Montevideo. Álvaro, por ejemplo, integró la Sociedad Académica de Historia de París. A su vez, se desempeñó como miembro correspondiente del Ministerio de Instrucción Pública de Francia. Gervasio, luego de abandonar nuestro país en 1935 por razones políticas, dictó cursos en Buenos Aires de Historia de la Civilización Francesa e Historia del Arte en el Colegio Francés. Más adelante se desempeñó como delegado a los comités de ayuda a los refugiados españoles en Francia. Posteriormente, y hasta su muerte, fue profesor de Literatura francesa en la Facultad de Humanidades y Ciencias.
EW
(*) FUENTES CONSULTADAS:
- Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya 2001. Montevideo. Alberto Oreggioni - Ediciones Banda Oriental.
- Martínez Moreno, C. (1969) - Las vanguardias literarias, de la colección Enciclopedia uruguaya, N° 47.
- Block de Behar, L. (2015) - Derroteros literarios: temas y autores que se cruzan en tierras del Uruguay. Capítulo 21. Montevideo: Ediciones Universitarias.
- Aínsa, F. – Uruguay: La vanguardia institucionalizada, en A través de la vanguardia hispanoamericana, Edición de Manuel Fuentes y Paco Tovar. Universitat Rovira i Virgili. España, 2012. 49-60.
- Myers, J. (2015). El anhelo de ser cosmópolis: la arena cultural montevideana 1917-1933. Centro de Historia Intelectual, UNQ/CONICET. Recuperado el 12/02/2022 de: https://www.academia.edu/47717107/Myers_2015_Arenas_culturales_II_BIS_El_ anhelo_de_ser_cosm%C3%B3polis_Montevideo_arena_cultural. Integra un capítulo de: Adrián Gorelik - Fernanda Arêas Peixoto (Comps.). Ciudades sudamericanas como arenas culturales. Artes y medios, barrios de Elite y Villas miseria, y urbanistas, como ciudad y cultura se activan mutuamente. Buenos intelectuales Aires, Siglo XXI, 2016.
-Escritura Conquistada. Entrevista a Luis Bravo 04/03/2021 Mate Amargo. Recuperado el 12/02/2022 de: https://www.mateamargo.org.uy/2021/03/04/escritura-conquistada-luis-bravo-uruguay-1957/
- Lasplaces, A. Historia de La Cruz del Sur. Originalmente publicado por La Gaceta literaria de Madrid (1/6/1929), Nº 59, p. 5 y reproducido en “La Cruz del Sur, Nº 24 , Montevideo. Recuperado el 12/02/2022 de: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/alberto_lasplaces/lib/exe/fetch.php?media=lasplaces_completo_.pdf