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Cristina Peri Rossi
Ciudadana ilustre de Montevideo
Néstor Sanguinetti
“Tengo un dolor aquí, / del lado de la patria” decía Cristina Peri Rossi en el primer poema de su libro Estado de exilio, volumen que recoge los textos escritos entre 1973 y 2002, año en el que presentó este conjunto de poemas al concurso internacional Rafael Alberti y ganara el primer premio.
Estoy seguro de que la distinción que hoy le otorga la intendencia de Montevideo ayuda a sanar ese dolor. No olvidemos que el gobierno uruguayo no le reconoció a Peri Rossi sus años de exilio y no pudo ampararse a la ley que desde 2006 otorga derechos de pensión y jubilación a quienes padecieron persecución política y sindical en la última dictadura.
Hace casi 50 años que Peri Rossi vive en Barcelona y sin embargo es de las personas que conozco que más ama Montevideo. No hay conversación o mensaje de WhatsApp o correo electrónico que no mencione a esta ciudad. Como expresa en el poema “Montevideo” de este libro, Montevideo es
La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos.
Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.
(Estado de exilio. Madrid: Visor, p. 68)
Desde el año 2014 y gracias al trabajo de Martín Fernández, responsable de los sellos editoriales Hum y Estuario, Peri Rossi volvió de alguna manera a Montevideo. Volvió a estar presente en las librerías, en la prensa, en las clases de Secundaria y, sobre todo, en el corazón de los montevideanos. Por suerte ya es extensa la lista de títulos que ha editado y reeditado aquí, prueba de la fidelidad de sus lectores, que pacientemente supimos esperarla.
Supongo que ustedes, al igual que yo, recordarán la primera vez que la leyeron. Es difícil salir de su mundo poético y también nosotros queremos quedarnos a vivir en esa casa suya que es la escritura. Jamás olvidaré la primera vez que entré en contacto con su universo: yo todavía estudiaba en el IPA cuando se publicó El pulso del mundo, la recopilación de sus textos periodísticos. No por casualidad el primero que leí y subrayé fue “Ocultos tras el armario”, un texto con el que aprendí a pensarme mejor, a quererme más, a saber que también tenían miedos los que estaban fuera del armario y no solo los que nos escondíamos en él. Hace dos años, la consigna de la Marcha por la Diversidad fue “Al closet nunca más” y creo que este texto del año 2002 confirma que la literatura es un reloj que a veces adelanta.
Ocultos tras el armario
El armario es amplio, cómodo, mullido y de puertas bien cerradas. En el armario se puede estar oculto toda una vida, y nadie o casi nadie se entera, tal es su capacidad de protección. Dentro del armario nadie nos mira con suspicacia, ni con sospecha, ni con repulsión; es más: dentro del armario, nos volvemos invisibles. El armario está tapizado a prueba de improperios, de insultos, de groserías: no suena, no vibra, no tiene oídos. Ocultos dentro del armario, la vida transcurre con aparente tranquilidad, sin marginación, sin reproches, sin tener que dar explicaciones. Eso es lo mejor del armario: nadie pide explicaciones a la gente que vive en él. Ni los padres, ni las madres, ni los tíos, ni las tías, ni el jefe, ni el botones, ni el vecino, ni el amigo, ni el enemigo, ni los hijos. […]
Pero el armario tiene un inconveniente, a la larga asfixia. Estar toda la vida en el armario oculta, sí, pero también ahoga; el armario se vuelve, entonces, un sarcófago, una tumba, una cárcel. La imagen que da su azogue termina por sustituir la realidad, y entonces, el armario disocia, perturba. Salir del armario da miedo, es verdad, pero también da miedo quedarse encerrado para siempre en él.
Quizás si un día (un día cualquiera pero previamente concertado) todos los armarios se abrieran al unísono, el aire se volvería más respirable, nadie se ahogaría y la sociedad no podría escandalizarse; los escándalos tienen un límite: su cantidad. Entonces, veríamos que dentro de los armarios no había monstruos escondidos, ni perversos redomados, sin personas, con sus sueños, sus dolores, sus alegrías, tan iguales y tan diferentes como cualquier ser humano sometido a la existencia.
Porque el armario ha estimulado las fantasías de quienes están afuera, de quienes no se han asomado a su interior, y ellos, los que están del lado de afuera, han colocado muchos fantasmas personales dentro del armario. Sería un feliz encuentro: los miedos de quienes están adentro y los miedos de quienes están afuera.
(El pulso del mundo, Montevideo: Trilce, pp. 244-246)
Montevideo celebra la diversidad, Intendencia de Montevideo
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Medalla de reconocimiento a Cristina Peri Rossi
Intendenta de Montevideo Carolina Cosse en un momento de su participación
Néstor Sanguinetti recibe la Medalla en nombre de Cristina Peri Rossi
Néstor Sanguinetti en un momento de su participación