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FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA
03/09/1791 - 06/10/1862
Acuña de Figueroa nació hace 230 años en Montevideo, ciudad en la que también murió. Descendía de una familia de altos funcionarios españoles y formó parte de la elite de Montevideo. Esto guarda relación con la posición asumida frente al proceso revolucionario de 1810 y las posteriores dominaciones portuguesa y brasileña. Fue criticado por esa facilidad de adaptación y adhesión a los diferentes mandatarios -de signo contrario- que se sucedieron en su vida, a quienes celebró en muchas de sus composiciones.
Completó sus estudios en Buenos Aires, volcándose desde muy temprano a las letras. Durante los sitios a Montevideo permaneció dentro de los muros de la ciudad. Hizo un diario en verso del segundo sitio iniciado en 1812, que documenta lo acontecido, mostrando una faceta de agudo cronista. Al capitular los españoles en 1814 escapó de Montevideo y, tras una breve estadía en la Villa de Maldonado, se embarcó a Brasil. Allí, en su condición de fugitivo realista ocupó un cargo en el Consulado de España. En la corte de Río de Janeiro conoció personas influyentes que le servirían como contactos al instalarse la dominación portuguesa en la Banda Oriental. Al regresar a Montevideo en 1818, recomendado ante Lecor, este le dio un destino administrativo que lo llevó nuevamente a Maldonado, como Ministro de Hacienda y colector de aduana. Cayó prisionero cuando Maldonado quedó en poder de los revolucionarios, como consecuencia de la Cruzada Libertadora de 1825. Luego se le ordenó residir en San Carlos, de donde fugó llevándose el acta original del juramento de la Constitución brasileña para entregársela personalmente a Lecor a su vuelta a Montevideo. Su ubicuidad política lo llevó, una vez constituido el nuevo Estado, a ofrecer una canción patriótica, que fue aprobada por Santiago Vázquez el 8 de julio de 1833. Esta creación, reformada en 1845, suprimiendo las alusiones a España, Portugal y Brasil, es la letra del Himno Nacional. Asimismo compuso la letra de un ‘Himno Patriótico' de Paraguay, que la esposa del general Rivera entregó como obsequio a unos delegados de ese país, y que luego se oficializaría como Himno Nacional de Paraguay. Esto constituye un hecho singular para quien no había participado de los movimientos revolucionarios. A pesar de no haber estado del lado de la Revolución se acudió a él, dada su capacidad funcional, para ocupar un cargo en la Aduana, más tarde en la Biblioteca y Museo Público, y finalmente en la Tesorería de la Nación. Fue también censor de teatros e integró el Instituto de Instrucción Pública. Durante la Guerra Grande fue miembro de la Asamblea de Notables de la Defensa de Montevideo.
De gran cultura clásica -sus conocimientos de latín le permitieron traducciones de poetas romanos- supo combinarla con lo popular. Sus Obras Completas -en las que se verifica una suerte de crónica costumbrista de Montevideo- publicadas por iniciativa de Máximo Santos, comprenden 12 tomos de versos, con odas, himnos, elegías, romances, letrillas, epigramas, anagramas, acrósticos, coplas y enigmas. Se destacó principalmente por su vena lúdica, satírica, muchas veces mordaz. Así escribió La Malambrunada, poema épico burlesco o la Nomenclatura y apología del carajo (editado recién póstumamente en la década del veinte del siglo pasado). De modo similar, con estilo festivo describió, por ejemplo, las corridas de toros en Las Toraidas. En el terreno religioso encontramos en sus creaciones, junto a la devoción católica, la burla anticlerical. La Salve multiforme es una oración a la Virgen María, en forma de texto experimental que permite casi infinitas lecturas por sus variaciones combinatorias. En esta obra rupturista, que se adelantó a las vanguardias poéticas latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX, la hipérbole de sus alabanzas podría hasta indicar, quizá, una oculta intención satírica. Por otro lado, elogió a la Masonería por ser integrante de ella, en tanto rimó anatemas contra los jesuitas. En otro orden, experimentó para aunar la palabra y la imagen en un poema. Utilizó varios seudónimos: Cid Fragueiro Fonseca, El que Vd bien conoce, La humilde argentina Teófila Onorina Decuore, Un Oriental y las siglas: F.A.F.
Se lo considera, en definitiva, una figura central de la primera época de nuestra vida literaria. Un Sillón de la Academia Nacional de Letras lleva su nombre, y está ocupado en la actualidad por la Académica Gladys Valetta Rovira.