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Agua del tiempo

Agua del tiempo


AGUA DEL TIEMPO
FERNÁN SILVA VALDÉS


Su publicación en 1921 marcó un cambio fundamental respecto a Ánforas de barro y Humo de incienso, sus dos primeros libros de corte modernista que le sirvieron de aprendizaje para su posterior poesía. Esta renovación estética que requirió de reiteradas definiciones y nombres como el de Nativismo -compartido hasta cierto punto con Pedro Leandro Ipuche-, aspiraba, a su vez, a diferenciarse de los tradicionales poemas criollos. Se presentaba como una visión subjetiva de lo autóctono, impregnada del espíritu vanguardista de la época. Ipuche compondría, por su parte, Alas nuevas en 1922. La poesía nativista de Silva Valdés se continuaría con Poemas nativos e Intemperie, entre otros. Debe indicarse que la reacción antimodernista en Uruguay ya había sido anticipada por ejemplo, por obras de Sabat Ercasty, Juana de Ibarbourou y Emilio Oribe. La década del veinte se enriqueció con una fuerte raíz telúrica, no solo en literatura, sino también en música con Eduardo Fabini, Luis Cluzeau Mortet y en pintura con Pedro Figari.

Agua del tiempo comprende dos secciones. En la primera de ellas, Poemas nativos, diecinueve composiciones tratan del campo -el gaucho y sus elementos, el indio, la naturaleza- en los que las imágenes y objetos inanimados se humanizan. El autor es un hombre de origen ciudadano, culto, que se reconoce con una fuerte raíz criolla, pero que no finge una actitud de gaucho ni adopta su habla. No pretende transformar lo pretérito en contemporáneo.

Contigo en los talones yo no sabría andar,
pero a pesar de todo
bendita sea la mano que te trajo hasta mí;
cada uno a su modo, yo también te sé usar;
con el gaucho rodabas, con el poeta subes… (La nazarena)

En cuanto a la forma, Domingo Bordoli caracterizó a la estrofa de Silva Valdés como de un ‘cuidadoso desaliño'. Por otro lado, el uso de la metáfora es un aspecto distintivo, que Borges elogió, y que recuerda uno de los rasgos del ultraísmo.

Gozando de estar solo,
y atado a la tranquera a ras de tierra
por el tiento torcido de un sendero,
se defiende del viento con el filo del techo. (El rancho)

Los restantes cinco poemas de esta primera sección refieren -como lo haría Emilio Frugoni tres años después en Poemas montevideanos- a los temas urbanos, al arrabal (El tango, El Cabaret criollo, etc.). Este ámbito amplía lo nativo, sin circunscribirlo a lo estrictamente rural. Borges tuvo un juicio desfavorable para esta faceta del nativismo de Silva Valdés.

La segunda sección, Otros poemas, comprende composiciones de transición en las que el nativismo no está aún consolidado.

En obras posteriores del autor surgirían otras características del nativismo como ‘el sentimiento de lo ancestral', es decir la comunión con los antepasados.

Si bien su obra se inserta naturalmente en el contexto histórico del Uruguay de los años veinte, se ha señalado que su contenido soslaya las precarias condiciones sociales de los habitantes del mundo que describe.

 

Ministerio de Educación y Cultura